Crónica de un pasado violento

Era el año de 1948 bajo el gobierno de Luis Mariano Ospina Pérez; en la vereda Los Santos en el municipio de Matanza Santander, allí vivía Juvenal Román un aguerrido campesino que labraba la tierra sembrando maíz, yuca, cacao, tabaco y con ello sacaba a su familia adelante.

Uno de sus hijos, llamado también Juvenal, es hoy en día mi abuelo, quien me relató este episodio de su niñez en el tiempo de la violencia entre liberales y conservadores.

Mi bisabuelo era cachiporro, así se les llamaba a los liberales. Y en la finca vecina vivía Nepomuceno Román su primo también cachiporro; para ese entonces, Ospina Pérez presidente de Colombia, dio la orden de acabar con todos los liberales; en una reunión de godos, apodo dado a los conservadores, se planeó que el 5 de Agosto en horas de la madrugada serían quemadas las fincas de mi bisabuelo y su primo Nepomuceno, sin tener compasión de sus hijos y sus mujeres.

Teodoro Remolina godo de cuna, amigo y vecino de mi bisabuelo, quien estuvo presente en aquella reunión en que se planeaba la muerte de estas familias; avisó muy cautelosamente a mi bisabuelo pues por ser su vecino le tenia un gran apreció y temía por lo que les pudiera pasar, por eso sin importar su suerte Teodoro pensó en el bien de mi bisabuelo.

Eran las seis de la tarde de un sábado y fue entonces cuando mi bisabuelo avisó a su familia y a su primo Nepomuceno. Decidieron recoger lo poco que pudieron y salieron muy cautelosamente con sus familias sin despertar sospecha; escaparon a una montaña cercana donde se divisaban sus fincas, eran las 2 de la madrugada y desde allí vieron ellos cómo ardían sus caneyes y casas con todo lo que se encontraba dentro de ellas.

Muchos liberales entre ellos mi bisabuelo se dedicaban a sufrir en silencio su marginación del poder, pues las masacres eran frecuentes, muriendo más de 130.000 personas.

Luego mi bisabuelo con su familia se hospedo en la finca de un hermano suyo, allí duro varios años escondido, para dar la apariencia de que ellos avían muerto dentro de su casa. Y así trabajaba para su hermano y poco a poco fue haciendo dinero para nuevamente ir reconstruyendo su hogar.

Ya en el año de 1958, tras la renuncia del presidenteGustavo Rojas Pinilla se creó un frente nacional realizando un pacto de conciliación entre ambos partidos políticos. Y así vino un tiempo calma, de paz, un tiempo en el que mi bisabuelo trabajo en la plaza central durante 3 años, donde se destacó por ser un hombre de gran fuerza y buen trabajador.

Al cambiar de mandatario la alcaldía, felicitaron a mi bisabuelo por su trabajo y le dijeron que si quería seguir con su puesto debía cambiar de partido político o renunciar; a lo que el tomo la decisión de renunciar y no dejar de ser liberal.

Y así volvió a la finca a trabajar sus tierras; una mañana frente a la finca se encontraban unos trabajadores arreglando las vías de la carretera y la hija menor Isabel de 4 años salió a jugar a la vía, y viendo al ingeniero de la obra, le dijo que le diera trabajo a su papá; este ingeniero al escuchar el pedido de la niña se conmovió y entro a la finca a averiguar si era verdad que mi bisabuelo necesitaba el trabajo.

Fue así como mi bisabuelo empezó a trabajar en el Ministerio de obras públicas. Y no solamente el si no también su hijo mayor Nolberto. De esta manera mi bisabuelo sacó adelante 8 hijos a pesar de los obstáculos de la vida.

Como la historia de mi bisabuelo, en Colombia se tejieron muchas historias de familias campesinas, unas que quizás no corrieron con la misma suerte, muriendo a manos de sus mismos compatriotas sin poder hoy relatar esta lamentable época de rencor y sufrimiento por partidos y colores políticos, que marcan la historia de nuestro pueblo; una lamentable y absurda lucha que los Colombianos quisiéramos olvidar y borrar para contar a nuestros hijos y que esta experiencia no grata sirva para a las futuras generaciones y existan entre ellas diálogos y acuerdos de reconciliación que traigan a nuestro paísesa anhelada paz que tanto esperamos.