Nostalgia de un recuerdo trágico
- Sharith Díaz Liñán
- 23 may 2016
- 4 Min. de lectura
Esta historia tiene lugar en España, en 1875.
Es la historia de mis antepasados, por parte de mi madre, pasando por mi abuela, bisabuela, hasta llegar a mi tatarabuela y su esposo. Él era un piloto del ejército español, a quien sus padres habían elegido una futura esposa para él, sin su consentimiento, y muy pronto se llevaría a cabo la boda, en esas épocas era así, los padres de la persona elegía con quién se casarían sus hijos.
Él era aún muy joven, había estudiado y se había dedicado solo a trabajar, cuando la noticia le fue dada, se sintió agobiado y desesperado, ante tal situación, optó por huir de su natal España.
Es entonces cuando llega a Colombia, a la ciudad de Medellín, Antioquia, allí decide cambiar su identidad, se hace llamar Miguel José Ochoa, y se dedica al comercio. Es en esta ciudad donde pasados unos meses conoce una hermosa mujer paisa de buena familia, y se enamoraron, contrajeron nupcias y vivían en una casa campestre a las afueras de la ciudad, rodeados de árboles, bosques y montañas, el clima es allá de baja temperatura, y en temporadas de lluvia solía ponerse muy frío y con neblina.
Allá establecen su hogar y tienen cinco hijos, dos niños y tres niñas, son muy felices y vivían junto a una pareja que se encargaba de los oficios domésticos del hogar. El señor Miguel José, es decir, mi tatarabuelo, se dedica a sus viajes de negocios y así pasa el tiempo. Un día inesperado, su esposa muere, dejando a sus hijos de 12, 10, 8 y 2 años, la niña menor se llamaba Martha y era muy pequeña e indefensa.
La muerte de su esposa fue muy dura, triste y dolorosa, al ver todo eso que pasaba él decide suspender sus viajes por un tiempo para así poder estar más cerca de sus hijos y brindarles más amor y apoyo, pero pasa el tiempo y él se siente solo, entra en razón que necesita una esposa y madrastra que le ayude a criar a sus hijos, es cuando se casa nuevamente con una mujer que ante él aparentaba ser humilde y amorosa, pero lejos de él, en el hogar, ella cambiaba y se volvía una mujer ruda, desalmada e indolente, cruel con sus hijastros, quienes vivían amenazados por la señora.
La pequeña Martha era quien más sufría, a su corta edad estaba pasando por la dificultad de orinarse en la cama, muy común en todos los niños, pues la pequeña una madrugada fría y lluviosa se había orinado, su madrastra la castigó severamente y le advirtió que si lo volvía a hacer el castigo sería peor. La niña estaba asustada, tenía miedo de esta mujer, ese día transcurrió igual que el anterior, frío y lluvioso, pues era época invernal, llegó la noche tenebrosa para esa criatura de escasos cuatro años, y al amanecer tan terrible y angustioso día en que la pequeña sintió su pijama toda mojada, y optó por huir de su hogar, muy de mañana antes que todos se levantaran, la niña se había desaparecido, absolutamente nadie la vio alejarse de su casa, los hermanos y ayudantes la buscaron en los alrededores pero la pequeña no aparecía, así que decidieron mandar un comunicado a Miguel José para que regresara cuanto antes.
El día de la huida, al caer la tarde todo se oscureció, se llenó de neblina y se avecinaba una terrible tormenta que empezó desde las tres de la tarde, acompañada de truenos, relámpagos y ráfagas huracanadas, los árboles se desgarraban sus enramados gajos, esa tarde, cuenta mi bisabuela, parecía el juicio final, como si el mismísimo diablo estuviera pasando por ese lugar, haciendo estragos a su paso, dejando la naturaleza maltratada, hasta los tejados de las casas se habían levantado, esta gran tormenta era terrible, ese día los hermanitos durmieron juntos con mucho miedo y angustia.
Al amase podía ver muy bien el desastre que había dejado ese horrible vendaval, a eso de las seis y media de la mañana llega el señor Miguel José, muy triste y angustiado, inmediatamente buscó a varios hombres de los alrededores y consiguió un grupo de hombres armados, algunos a caballo y alimento para que consumieran en el camino en la búsqueda de la niña, y les advirtió que quien la encontrara hiciera un disparo al aire para saber que había sido encontrada y todos corrieran a ese lugar.
Así se dispersaron por diferentes lugares del bosque y zonas montañosas, él también buscaba a su pequeña hija angustiado, pensaba si una fiera la habría atacado, así sucesivamente continuó el día, cansados algunos hombres de la búsqueda, se detuvieron en un árbol para orinar, uno fijó su mirada hacia un elevado árbol, muy alto, el cual en la cima formaba una Y con sus ramas, y es ahí donde ve a la pequeña niña incrustada en el árbol, inmediatamente hace tres disparos en el aire y al pasar pocos minutos llegan allí los demás, entre ellos mi tatarabuelo Miguel José. Uno de ellos se subió al gran árbol con mucha dificultad, logra llegar hasta donde se encontraba la niña, quien estaba presionada por las ramas que formaban la Y, las cuales se habían unido y estrechado más debido a la tempestad que hubo.
Con mucho trabajo por fin pudieron sacar a la niña del árbol, pero ya sin vida, su cuerpo fue bajado del árbol, misteriosamente parecían molidos todos sus huesos, parecía una muñeca de tela rellena escasamente de algodón, desgonzado su cuerpo. Se preguntaba cómo pudo la niña subirse a ese árbol, ella de escasos cuatro años, pues no quedó otra explicación que pensar que un espíritu maligno la subió hasta allí.
Todo esto fue muy desgarrador y triste para el señor Miguel José, padre de la pequeña, igualmente para sus hijos y demás familiares, es un recuerdo muy melancólico que embargó siempre a todas las generaciones de la familia de mi madre.
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