Paseo familiar
- Ángela García
- 23 may 2016
- 3 Min. de lectura
Un viernes en la tarde estaban todos tomando en la tienda de un tío que queda en Campo Hermoso. Como siempre estaban tomándose unas cervecitas y una de las hermanas de mi mama propuso la idea de pasar el fin de semana en la finca en donde ella vivía, que está ubicada en una vereda llamada “Cusaman”, cerca al municipio de Lebrija, Santander.
Salimos de mi casa al otro día muy temprano, a las 7:30 a.m., para ir a Lebrija y allá nos encontrábamos con mis primos y mis tíos, para comprar lo del almuerzo, que sería sancocho y carne asada. De camino a Lebrija pasamos por el puente de la novena, ya que no lo conocía me pareció muy bonito y grande. Después pasamos por Campo Hermoso para seguir derecho e irnos por una carretera en la que casi no transitan vehículos por lo que sería más rápido llegar.
Al terminar esa carretera llegamos a Centroabastos y luego siguiendo por esa dirección salimos al puente de Girón y de ahí nos fuimos derecho y pasamos por un mirador donde se podía ver toda Bucaramanga y Girón. Después llegamos a un peaje que marcaba un punto de referencia, ya sabíamos que estábamos cerca de Lebrija, solo teníamos que pasar por unos moteles y unas fincas para llegar a nuestro destino.
Cuando al fin llegamos a Lebrija, nos fuimos para la plaza para comprar algunas cosas para el almuerzo. Recorrimos toda la plaza de pies a cabeza y compramos todo lo necesario, después nos subimos en nuestras motos para seguir en la carretera vía Barrancabermeja para poder llegar a la vereda “Cusaman”. De camino vimos más moteles y fincas privadas donde vendían ganado de todo tipo de razas. Al fin cuando llegamos a una tienda llamada “Mi casita”, nos desviamos por una carretera en la que habían muchos galpones donde comercializaban las gallinas, las vacunaban y las distribuían para matarlas y venderlas, y también había unas fincas campestres con piscinas, canchas de micro fútbol, billares, y un bar.
Pasamos por la escuela de la vereda y finalmente llegamos a la casa. El toro que había en la finca rompió la cerca de la casa y todo el ganado se metió al jardín de mi tía, y al fin cuando pudimos sacar todo el ganado y mis primos pudieron arreglar la cerca, alistamos lo de el almuerzo, lo echamos en una camioneta y nos fuimos a “el pozo de la dicha”. Al llegar allí bajamos todo lo del almuerzo por un caminito que nos llevaba cerca al pozo. Una vez ubicados todos los ingredientes mis tías y mi mamá prepararon el sancocho, mientras que mis tíos se fueron a traer unas cervezas, y mis primos y yo nos pusimos a jugar en el pozo a tirarnos por la cascada y a inventarnos otros juegos. Así pasamos buena parte del día hasta que nos llamaron a almorzar. Luego de haber comido reposamos y volvimos al pozo, esta vez a jugar con el resto de nuestros familiares.
Cuando ya era tarde alistamos todo en el camión y regresamos a la finca de mi tía. Como llegamos cansados, nos bañamos y nos pusimos a ver películas y a hacer chistes. Luego nos echamos a dormir en el piso que parecía cama comunitaria, todos encima de todos.
Al otro día una de mis tías se levantó a hacer el desayuno, mientras nosotros molestábamos en la sala. Como mis tíos ya se habían vestido y como mis primos y yo no nos habíamos cambiado, atraparon a todas las mujeres y una por una las tiraron en la pila. Durante el resto de la mañana todos los adultos se fueron a tomar cerveza mientras que nosotros nos quedamos en la casa a ver películas, llegaron las 5 de la tarde y empezamos a alistarnos para partir cada una para su casa. Llegue a mi casa tipo 6:30 de la tarde cansada a alistar lo del colegio a bañarme y a dormir.
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